¿CONOCER A DIOS?

¿COMO SE PUEDE CONOCER A DIOS? ¿DE QUÉ MANERAS?

¿QUÉ NOS PUEDEN DECIR LOS MÍSTICOS,QUE SON AQUELLOS QUE LO HAN EXPERIMENTADO?

¿QUÉ NOS PUEDE DECIR LA FÍSICA CUÁNTICA SOBRE FENÓMENOS COMO LA SINCRONICIDAD Y LA CAUSALIDAD,EN LA QUE PARECE EXISTIR UNA MANO INTELIGENTE?

¿QUÉ PODEMOS AVERIGUAR DE LA ASOMBROSA CAPACIDAD AUTORREGULATORIA DE LA TIERRA Y DE LA VIDA,COMO SI FUESE UN ROBOT CREADO POR UN SER INTELIGENTE?

¿QUÉ PODEMOS APRENDER SOBRE LAS PRUEBAS MÁS CONTUNDENTES SOBRE LA LLAMADA PROVIDENCIA DIVINA,EN QUE EN NUESTRAS VIDAS Y EN EL MUNDO ENTERO ALGO OCURRE QUE SENTIMOS UNA FUERZA PROTECTORA?

EL MECANISMO DEL RELOJ EN LA ATMÓSFERA


Nos toca analizar a estos dos componentes esenciales de la atmósfera y de la vida misma, el dióxido de carbono y el vapor de agua,dentro de mi teoría de la Tierra como una máquina fabricada para un funcionamiento milimétrico. La importancia del dióxido de carbono y el vapor de agua para la vida es fundamental, pero es difícil determinar si están regulados biologicamente (a la manera de un reloj construido) o bien si una mano interviene en el reloj (es decir,el Creador). Para la mayoría de los geoquímicos, el contenido atmosférico de CO2 (0,03 por ciento) se mantiene constante a corto plazo gracias a sencillas reacciones con el agua del mar,pero algo tan sencillo a priori no lo es tanto.

La cantidad de CO2 que, laxamente fijada de este modo, contienen los océanos, es casi cincuenta veces superior a la del aire. Si la tasa atmosférica disminuyera por una u otra causa, bastaría liberar una pequeña parte de la enorme reserva oceánica para restablecer la normalidad. En nuestra época, por contra, el CO2 de la atmósfera está aumentando debido al quemado de combustibles fósiles.

Suponiendo que mañana interrumpiéramos el consumo de estos combustibles, no haría falta mucho tiempo (quizá unos treinta años) para que este incremento desapareciera, restableciéndose el equilibrio entre la cantidad de gas del aire y de bicarbonato en el mar. A consecuencia del quemado de combustibles fósiles, el CO2 del aire ha aumentado aproximadamente un 12 por ciento.

La regulación del CO2, es más probable que se realice ayudando al restablecimiento del equilibrio, que oponiéndose frontalmente al aumento del gas. Como cuando se construye un castillo de arena de la playa, se trataría de alisar deliberadamente un área irregular antes de empezar a construir el castillo. No resulta fácil, sin embargo, distinguir entre estados de equilibrio naturales e inducidos; podríamos estar ante uno de esos veredictos basados exclusivamente en pruebas circunstanciales.

A largo plazo (es decir, en la escala temporal geológica) se cree que el equilibrio entre las rocas silíceas y carbonosas del suelo marino y la corteza terrestre proporcionará reservas de CO2 aún mayores, asegurando un nivel constante de este gas.No faltaría,pues,el combustible para la "máquina".

La respuesta es que podría ser muy necesaria si los ajustes no se realizan con la celeridad suficiente para el conjunto de la biosfera. Es algo parecido a la situación de quien una mañana invernal no puede salir de casa porque la nieve bloquea la puerta. Sabe, naturalmente, que el obstáculo terminaría por desaparecer espontáneamente, pero ello no le impide apresurarse a retirarlo.

Son muchos los signos de impaciencia que, en el caso del CO2, muestra la "máquina" ante la lentitud del restablecimiento del equilibrio. En la mayoría de los seres vivos se detecta la enzima anhidrasa carbónica, cuya función es acelerar la reacción entre el dióxido de carbono y el agua; los lechos marinos reciben una constante lluvia de conchas, ricas en carbonatos, que eventualmente forman conglomerados de rocas calcáreas o cretáceas, impidiéndose así el estancamiento del CO2 en las capas superficiales del mar; finalmente se ha sugerido que la incesante fragmentación del suelo y las rocas causada, en mayor o menor grado, por todas las formas de vida acelera la reacción entre el dióxido de carbono, el agua y las rocas carbonosas.

No parece descabellado pensar que, sin la interferencia de la vida, el CO2 se acumularía en el aire hasta alcanzar niveles peligrosos. En cuanto gas "invernadero", su presencia junto al vapor de agua en la atmósfera contemporánea eleva notablemente la temperatura: si, a causa de la combustión de combustibles fósiles, el nivel de CO2 creciera demasiado rápidamente para las fuerzas inorgánicas del equilibrio, la amenaza de sobrecalentamiento podría resultar seria, pero, por fortuna este gas "invernadero" interactúa intensamente con la biosfera.

El CO2 no es sólo fuente de carbono para la fotosíntesis; son muchos también los organismos heterotróficos (es decir, no fotosintéticos) que lo captan de la biosfera y lo convierten en materia orgánica. Hasta los animales —cuya respiración es, desde luego fuente de CO2— incorporan a sus organismos pequeñas cantidades de este gas atmosférico.

La relación de la biosfera con el dióxido de hidrógeno, esa substancia versátil y extraña, también conocida como agua, sigue un modelo parecido aunque es todavía más fundamental. Aunque el ciclo del agua —de los océanos a la atmósfera y de ésta a las masas de tierra— extrae su energía básicamente de la radiación solar, la vida participa a través del proceso de transpiración.

La luz del Sol puede evaporar agua de los mares, agua cuyo destino es precipitarse sobre la tierra, pero lo que la luz solar no hace espontáneamente en la superficie de la Tierra es separar el oxígeno del agua ni establecer las reacciones que determinan la síntesis de substancias y estructuras complejas.

La Tierra es el planeta del agua. Sin ella no habría aparecido la vida, dependiente aún por completo de su imparcial generosidad. Es el trasfondo último de referencia. Todas las desviaciones del equilibrio podrían ser consideradas como desviaciones del nivel de referencia-agua. Las propiedades de acidez, alcalinidad y potenciales redox son estimadas en relación a la neutralidad del agua. La especie humana toma el nivel medio del mar como base de referencia a partir de la cual se miden alturas y profundidades.

De igual modo que el CO2, el vapor de agua tiene las propiedades de un gas invernadero e interactúa intensamente con la biosfera. Como vemos,la "máquina" funciona a la perfección,ya que durante cientos de millones de años,no ha faltado la cantidad exacta de  dióxido de carbono y de vapor de agua para que la fotosíntesis y la temperatura hayan sido siempre la que los seres vivos hemos necesitado para vivir.



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